Los cambios fueron los siguientes: La definición original de 1944 creada por Lemkin incluía tanto los grupos políticos como la dimensión cultural para el crimen de genocidio. La definición del año 1948 por la Convención de la ONU decía que se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Podemos ver como se profundizaba el concepto incluyendo el odio racial, religioso, étnico y la inclusión de los niños.
Esta definición se volvió un arma de doble filo ya que al definir qué es considerado genocidio enmarcó muchos delos crímenes más crueles de la humanidad que de esta forma fueron castigados. Por ejemplo del cambio conceptual de 1944 a 1948, el holocausto judío puede definirse como genocidio cuando antes no podía definirse como tal. Pero por otro lado al quitarse el concepto de “cultural” propuesto por Lemkin, quedaron fuera diferentes sucesos históricos como por ejemplo la Campaña del Desierto en Argentina, con el "exterminio de la Barbarie"
Para el análisis de este concepto, nos propusimos comprender el texto “Eichmann en Jerusalén: un informe sobre la banalidad del mal.” de Hannah Arendt (1963)
- Hannah Arendt busca desmitificar la idea de que Eichmann era un monstruo o un loco por su participación en el genocidio judío, sino que por el contrario era un hombre “de carne y hueso” preocupado profundamente por el cumplimiento de su deber. Esto para nada exime de culpa al acusado, pero la autora lo que hace es reflexionar desde el punto de vista filosófico sobre cómo un hombre llega a no poder discernir lo bueno de malo en ese cumplimiento del deber.
- Afirma Arendt que bien hubiera podido alejarse de sus funciones, ya que esto, a diferencia de lo que comúnmente se cree, no ocasionó riesgo de vida en los oficiales nazi, aunque sí traslados o apartamiento de sus funciones.
- La idea central de estos primeros capítulos es reflexionar sobre cómo una persona lleva al límite la obediencia hasta no poder discernir lo que está bien de lo que está mal, razón que explica el título de su libro: “la banalización del mal”. Según el relato Eichmann no tenía ningún problema mental (revisado por 6 psicólogos), no tenía un fuerte sentimiento antisemita, ni era un fanático nacionalista, lo que lleva a Hanna Arendt a cuestionar los límites éticos de su accionar: “Los magistrados, en especial el presidente del tribunal, formularon una y otra vez una pregunta más, que quizá sea la que mayor inquietud produce: ¿la matanza de judíos era contraria a la conciencia de Eichmann? Pero esta es una cuestión de orden moral, por lo que probablemente carecía de trascendencia jurídica”. (Arendt, Hannah (1963, página 57)